Habría que empezar de la oscuridad, del negro absoluto, que en esa invidencia una tenue luz comenzara débilmente a insinuar los volúmenes, a modelarlos en sus numerosos planos; que paulatinamente aumentara su intensidad descubriendo el caudal de sus valores; tornando tangible los objetos y sensible el espacio.
Vivimos en horizontes tridimensionales en los que cohabitan volúmenes naturales y artificiales; inconmovibles y desplazables; orgánicos e inorgánicos de infinitos materiales, matices y texturas.
Formas de un universo maravilloso cuya contemplación produce múltiples percepciones de la que consciente o no se nutre al artista. Cuya óptica no se satisface con la superficie ni la perspectiva. Indaga o intuye el otro lado de los volúmenes; llena o aprisiona el espacio, atisba en los escorzos, se desliza o introduce en los ámbitos cóncavos y convexos.
Este entorno físico, sin embargo, se complementa con la riqueza interior de cada uno, capaz de vitalizar las formas enriqueciéndolas estéticamente.
Búsqueda incesante que es solo el deseo de capturar la luz y la sombra que proyecta, valorando los volúmenes para dotarlos de significado y ubicarlos definitivamente en el espacio.
Carlos Bernasconi
1998
Capturando la Luz y la Sombra
La Esencia del Volumen